Por mucho tiempo el turismo vacacional se encuentra controlado por el pensamiento netamente económico y las investigaciones sociológicas. En esta página web se mantiene una visión más balanceada: los turistas mismos y el encuentro con su destino vacacional. Los turistas toman lo que se les ofrecen y lo usan para sus propios propósitos; son precisamente estos propósitos los que nos interesan y más que 25 artículos en esta página web tratan de eso: el turismo de los turistas. Agregué un artículo nuevo sobre "el cambio climático" dentro del rubro "Turismo" (julio 2020).

En febrero 2020 agregué un artículo nuevo en el rubro "Turismo" con el título "La Fenomenologia y el Turismo".

Desarrollo Sostenible y Turismo

Todos los derechos son del autor Marinus C. Gisolf. Se prohíbe la reproducción total o parcial sin mención de la fuente.

 

La Sostenibilidad y el Turismo

RESUMEN

La discusión sobre la sostenibilidad comenzó porque muchas cosas estaban muy mal: ya la biodiversidad está disminuyendo, las capas de ozono están siendo afectadas, las consecuencias del efecto invernadero comienzan a sentirse, diversas poblaciones están marginándose y hay paulatinamente tantos síntomas que parece una enfermedad (vea por ejemplo q192, q188, q190, q193). Finalmente estos síntomas alcanzaron los niveles que ya requerían soluciones a nivel global (q179). El principio de sostenibilidad ha sido desarrollado como una respuesta a toda esta problemática. Adicionalmente mi interés se dirige al papel que el turismo juega dentro de un desarrollo sostenible y además a la medida que la sostenibilidad puede reforzar la actividad turística. En el primer caso se trata de prevenir que el turismo se autodestruya por prácticas anti-sostenibles. El segundo caso refiere, entre otros, a un desarrollo sostenible que crea un ambiente que es apropiado para el turismo sin contaminantes ni polución y además seguro para los turistas. Un ambiente politicamente estable con una economía sólida y una mano de obra educada son parámetros que refieren a un desarrollo sostenible que es capaz de reforzar el turismo.

Para poder ver cuán profundo estos destructivos elementos están arraigados, principalmente en las sociedades occidentales, y porqué ha nacido la necesidad de mirar nuestro medio ambiente con otros ojos, voy a exponer, en trazos generales, los diferentes elementos desde una perspectiva histórica y presentar un reseño corto acerca del desarrollo de la relación entre el ser humano y su ambiente inmediato.

La problemática

Desde el punto de vista jurídico es interesante ver como el papel de nuestro medio ambiente ha cambiado con los tiempos. Lo importante, entonces, son los asuntos que forman parte del subconsciente colectivo de toda una sociedad o de un gran grupo de personas que comparten el mismo medio ambiente. Como se ve – desde un punto de vista jurídico – el concepto sobre el medio ambiente y la naturaleza ha cambiado considerablemente a través de los siglos. El derecho romano hace distinción entre dos importantes conceptos: un asunto o un bien no pertenece a nadie o hay cosas o bienes que les pertenecen a todos. Estos conceptos son conocidos en el latín como res nullius y res comunis (vea por ejemplo q84, q216). La mariposa que revolotea despreocupadamente no tiene un propietario; no obstante, en el momento en el que se le captura, obtiene un propietario y pierde su calidad de res nullius y se convierte en un bien. En el caso de res comunis pensamos en cosas que nos pertenecen a todos, como el aire que respiramos, la luz del sol o el mar. Estas cosas nunca han tenido un solo dueño.

Cuantas más personas haya en el mundo más fuerte será la tendencia a que menos cosas pertenezcan a la categoría res nullius y de que los bienes que nos pertenecen a todos se tornen mas relevantes y que quede claro que la naturaleza, en la forma de flora y fauna, fue contada originalmente como un res nullius (q84).

El ser humano siempre se ha organizado con respecto a su medio ambiente, estructuras económicas o sociales han sido originalmente establecidas para garantizar un lugar en el medio ambiente y en la naturaleza, y es esta relación de las personas con su entorno la que ha sido sometida a fuertes cambios a través de la historia. Desde el inicio de su desarrollo el homo sapiens tuvo que competir con todos los otros animales en la naturaleza para conseguir alimento. La naturaleza no tenía dueño, las personas formaban parte de la naturaleza y el concepto ‘propiedad’ no se había inventado. Con la evolución de la agricultura el hombre se hizo consciente de que había asuntos en la naturaleza que sí pertenecían a un grupo determinado de personas, asuntos de los cuales los animales tenían que ser excluidos (q114). En términos jurídicos el hecho de excluir forma la base del concepto de propiedad.

Los efectos negativos que la agricultura y la ganadería hubiesen podido tener se suavizaron con el hecho de que el ser humano (y pensamos entonces hace 10 o 20 mil años) se sentía como una parte de la naturaleza. La magia de cultivar y la relación con la tierra formaron parte de la conciencia que los humanos tenían del medio ambiente. Desde el momento en que el ser humano dejó de ser nómada y comenzó a establecer pueblos – que después se volverían ciudades – la relación con la naturaleza y el medio ambiente cambio paulatinamente. Otro factor de influencia fue la conceptualización de lo Divino y la creencia del ser humano como Su creación. Esta visión del ser humano en el centro del universo también ha llevado hasta el desarrollo de la propiedad privada. Las personas crearon el derecho de tener algo, del que todo el mundo es excluido – un proceso, que especialmente en el mundo occidental sería de mucha importancia (vea por ejemplo q220).

Mucho más tarde en la historia de la humanidad se presentó la necesidad de proteger a res nullius hasta un cierto punto, por lo que aparecieron las figuras de propiedad del estado y propiedad pública. Esto es válido para los bienes de los cuales una cierta población tiene el derecho de no ser excluido, pero el resto de las personas sí.

Así como lo veremos más adelante en esta parte, también juegan un papel importante las razones económicas: la naturaleza – aún en muchas regiones un res nullius y por lo tanto sin valor económico – en el momento en que es capturada, cortada o disparada se convierte en propiedad con un valor comercial. Desde el siglo XVII los conceptos de propiedad privada y de propiedad pública se han desarrollado hasta tal medida, que la propiedad privada ha recibido un carácter absoluto y casi se ha convertido en intocable, por lo que la relación medio ambiente-naturaleza-sociedad se quebró, como también la responsabilidad de la comunidad hacia ese medio ambiente: el derecho de propiedad se concibe actualmente como el derecho de destruir los propios bienes (q84). A pesar de que en tiempos lejanos existían ya acuerdos acerca de como un ser humano tenía que tratar su medio ambiente, la necesidad de posesión hizo que esa relación – y con ella un enorme trozo de solidaridad social – se fuese perdiendo a favor de la intocable propiedad privada, hasta el punto de que cualquier intromisión de personas, medio ambiente, u otras consideraciones necesarias para la conservación de una sociedad, quedan completamente excluidas. Y con eso viene a hablarse de que la propiedad privada se vea soalmente en parte como un derecho para el futuro de los miembros familiares. En las sociedades occidentales existe la tendencia sobre todo debido a las altas seguridades jurídicas, los seguros de vida y los altos impuestos sobre las herencias, que el futuro de las generaciones siguientes sea en una menor medida una fuente de preocupación. Con todas las así llamadas seguridades, todo saldrá bien, piensa uno entonces. La disminución del interés religioso como consecuencia, el vivir en el presente como moda, el sentimiento de que “solo se vive una vez”, el papel cada vez más dominante de “esto es mío y nadie puede tocár” comienzan a dominar. El sentimiento de propiedad privada en el mundo occidental va tan lejos, que ni siquiera los hijos o nietos se involucran en esto. La propiedad privada forma un casi indisoluble todo con el ego de las personas y no solamente las consideraciones sobre las generaciones futuras juegan un papel marginal, sino también la solidaridad con el prójimo y con el medio ambiente ha desaparecido en una gran parte. Las cosas que no tienen un dueño casi no existen y aún los asuntos que corresponden al res comunis están bajo una fuerte presión, no solamente por la contaminación, sino también por la cada vez creciente tendencia, de que todo en este mundo se tipifique, de una u otra manera, como propiedad – ya sea propiedad privada o pública. La comercialización del agua potable es un ejemplo de esto.

Desde el punto de vista económico en las economías mercantiles el concepto de riqueza se limita solamente a lo que tiene valor en el mercado. Bienes o servicios, de los que el valor no puede ser expresado en dinero (valores de intercambio), no figuran dentro del concepto de riqueza (q97). Esto significa, entre otras cosas, que la naturaleza no se toma en cuenta dentro del concepto de riqueza, ya que por lo general no representa un valor comercial. A raíz de esto la destrucción de la naturaleza no se ve como una pérdida. Por el contrario, esta destrucción forma parte importante del incremento de la riqueza, desde el punto de vista de las economías de mercado.

Esto no siempre ha sido así. En los siglos anteriores las economías orientadas al capital no estaban dirigidas al valor de las cosas, sino que también existía el lado del contenido desde el punto de vista del capital. Una iniciativa demanda una inversión y esto debe llevar hasta una producción de bienes. Con capital se produce. No obstante este concepto de contenido ha retrocedido especialmente después de la segunda guerra mundial, mientras el lado formal – el valor de algo será estipulado por el mercado – ahora prevalece completamente (q97). Esto ha conducido en forma creciente al uso del capital para ganar más dinero sin ser realmente productivo. El especular en la bolsa es un claro ejemplo de un juego con dinero con el que unos se vuelven más rico y otros más pobres. El comercio en bienes raíces, el sector de seguros, así como el comercio del mercado de divisas pueden ser ubicados dentro de este contexto. Cuánto ganan las personas es lo primordial y no cuánto alguien produce, ya sea física, mental o culturalmente.

La presión creciente en las economías mercantiles para reproducir capital más rápido ha llevado, entre otras cosas, a ciclos de producción cada vez más cortos. Principalmente de dos maneras se ha realizado esto: Por cuidar que un producto tenga una duración corta o por agregarle un elemento de moda, por lo que este producto después de un tiempo – cuando ya sea que esté obsoleto o pasado de moda – perderá su valor en el mercado y tendrá que ser cambiado, aunque aún se encuentre en buen estado. Así pues, para seguir produciendo a un ritmo cada vez más alto, y para estar a tono con el mandato de producir ganancias cada vez más rápido, tiene que haber una producción constantemente creciente. Las consecuencias que esto acarrea para la naturaleza son de 2 clases:

Sustractivas: las materias primas son sustraídas de la naturaleza a un ritmo creciente e insostenible.

Polutivas: hay una montaña de desechos de lo producido que crece rápidamente y que es “devuelta” a la naturaleza de una manera cada vez más rápida.

Ambos efectos conducen a la destrucción de la naturaleza, pero esto no es visto como una pérdida económica sino más como una pieza armada necesariamente para crear más riqueza y desarrollo.

Las economías mercantiles se han dado cuenta de que la naturaleza no puede ser reemplazada y que la reproducción de ella es lenta. Esto significa que si a largo plazo el capital quiere asegurar su propia reproducción, tiene que tomar medidas para proteger la naturaleza. Esto ha llevado a un curioso resultado, como lo es que en muchas economías de mercado se ha invertido mucho en la protección y en la “reparación” de la naturaleza destruida, a pesar de que esa naturaleza misma aún no tenga un valor de mercado y de que la destrucción de esta por lo tanto no se pueda medir en un sentido económico. La limpieza de un río contaminado genera riqueza, mientras la contaminación original nunca se registró como pérdida. Desde el punto de vista técnico del mercado, se invierte en la protección de algo que desde este mismo punto de vista mercantil no existe.

Son estos criterios económicos de mercado los que principalmente durante los últimos 150 años han estado en auge y son igualmente culpables de la gran destrucción de la naturaleza.

La humanidad libra una batalla desigual con la naturaleza. Durante la segunda mitad del siglo XX la cantidad de especies animales se ha visto disminuida a peor proporción de la historia de la humanidad (q217). No obstante, en ninguna parte del mundo esta merma en la biodiversidad aparece anotada como una pérdida económica. Que quede claro, que los límites de la sostenibilidad fueron sobrepasados y la velocidad con la que la naturaleza se recupera ahora está muy lejos de igualar el ritmo con que el capital se renueva. En otras palabras, extraemos de la tierra más de lo que ella nos puede dar. Nuestro planeta tiene sus limitaciones en lo que se refiera a la utilización de los recursos naturales, así como a la recepción de desechos sólidos y CO2, entre otros elementos contaminantes (vea por ejemplo q186). Los fundamentos de las economías de mercado no obstante cierran los ojos al mantenimiento y cuido necesario de la tierra. La gente se ha concentrado en la producción de ganancias hasta tal punto, que todo lo otro lo ha subordinado a este acto, e incluso ni se ha preocupado por las consecuencias que esto pueda tener para nuestro planeta y su futuro inmediato. La reproducción de capital tiene que ocurrir ahora y mañana veremos de nuevo cómo hacer para generar más ganancias. Es decir, se sacrifica de una manera rápida la vida en la tierra para reproducir capital a un corto plazo.

Lo uno y lo otro han llevado al surgimiento de lo que conocemos como “sociedad consumista”, en la que el comprar se ha convertido casi tan importante como el poseer, y en la que cada vez se producen mas bienes de consumo, muchos de los cuales no tenemos la certeza de necesitar realmente. Nos referimos a una sociedad en la que el adquirir y consumir se ha vuelto un asunto de supervivencia, donde la solidaridad como valor humano y social está desapareciendo, y el ego de las personas y sus posesiones son el eje central del funcionamiento colectivo, al grado de que el tiempo presente es la única fuente real de preocupación, dejando al tiempo futuro en un plano de menor importancia dentro de los patrones de comportamiento.

Desgraciadamente aún quedan más factores en juego, los cuales no hacen que necesariamente el panorama luzca promisorio. El sector de la agricultura sufre bajo la presión de las pocas inversiones a causa de su baja rentabilidad y también por el hecho de que cada vez se usa más dinero para crear más dinero sin que haya ninguna producción a cambio. Se gasta el dinero solamente con la meta de ganar más dinero lo más rápido posible, sin que se piense en asuntos básicos, como la producción de alimentos. Bajo la presión de la disminución de los recursos naturales como el petróleo, aparecen, entre otros, los bio-carburantes en primer plano; los cuales son producidos a partir de elementos vegetales en grandes extensiones de terreno, lo que significa que la agricultura paga un precio, ya que la producción de alimentos normales disminuye en aras de producir estos sustitutos. Lógicamente los alimentos escasearán, afectando mas que nada a los países más pobres, cuyas economías ya no son autosuficientes, sino que dependen de la importación de bienes y materias producidas en los países industrializados.

El concepto del “Desarrollo Sostenible

Las medidas para proteger al medio ambiente y a la naturaleza y para contener la posible destrucción de ellos han sido establecidas mucho más tarde en la historia de la humanidad. Las ideas mismas sobre la protección de la naturaleza y del medio ambiente son viejas, ahí hasta en donde cierta medida la división entre el hombre y la naturaleza se realizó lentamente; no obstante para verlo como un movimiento de carácter social tenemos que remontarnos al siglo XIX (la revolución industrial). Alrededor de 1860 se crearon varios parques nacionales en los EE.UU. (entre otros Yellowstone) y en países como Canadá y Australia se siguió rápidamente. A nivel internacional en 1913 se firmó la primera acta de lo que sería El Consejo Internacional para la Protección de la Naturaleza (ahora es conocida como La Unión Mundial para la Conservación). En esa época la protección de específicas áreas naturales era el punto principal.

Un completo nuevo desarrollo se puede presenciar al final de los años sesenta. La alta tasa de natalidad en Europa después de la segunda guerra mundial (‘Baby Boom’), y los cambios estructurales en la población en todo el tercer mundo a finales de los años 50 (Transición Demográfica), cuando la población mundial comenzó a crecer a pasos agigantados, forman los cimientos del reporte del Club de Roma en 1972 (q189). Junto a la protección de la naturaleza y a conceptos como la ecología, vinieron a rebelarse otros dos cruciales factores: la pobreza y el hambre. Uno de los conceptos básicos que se desarrollaron fue que para una sociedad ecológicamente saludable había que hacer una reorganización radical de las estructuras sociales a nivel mundial.

A finales de los años 80 y principios de los 90 salió a relucir otra clase de interés, con la que a nivel internacional se formaron los hitos del Reporte de Bruntland (1987) y el de la Conferencia de Río de Janeiro (1992): “El desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer las posibilidades de las generaciones futuras de satisfacer sus necesidades” (q195). Durante esos años se desarrolló una cantidad de conceptos básicos sobre lo que más tarde se llamaría la Sostenibilidad. Es interesante que desde el punto de vista político la idea de la sostenibilidad fue abrazada tanto por la derecha como por la izquierda, ahí donde sonó bien un acuerdo entre la economía y la ecología. Existe cierta urgencia en esta vista que apunta precisamente al informe del Club de Roma (q189). En este informe se propone que la población tanto como la producción industrial mantendrán su ritmo creciente dentro de un mundo que tiene solamente una cierta cantidad de recursos, lo que resulta en una serie de efectos compromisorios, tales como una contaminación creciente, una falta de recursos no-renovables y la erosión de tierras, mientras la escasez de alimentos como resultado podría significar un colapso poblacional durante el siglo XXI. En aquella época el tema de los límites al creciemiento económico a raíz de los factores limitantes del medio ambiente no recibió mucho apoyo de la mayoría de los economistas.

El informe de Bruntland apunta a una estructura de desarrollo construida sobre tres columnas fundamentales: la sostenibilidad económica, social y ambiental (q194). La sostenibilidad trata de una visión del desarrollo claramente dirigida al futuro. Dicha visión incluye una cooperación directa con las poblaciones locales, lo cual significa un reconocimiento claro, que una comunidad, una población local o un grupo étnico necesita protección para la conservación de su ambiente y cultura. Además, esta visión comprende un tipo de desarrollo que permite a los participantes mejorar su vida a nivel material y socio-cultural y puede estar relacionado con ingresos monetarios y/o el mejoramiento de la infraestructura o acceso a servicios (estatales por ejemplo). Entonces, la visión del desarrollo sostenible se basa en las siguientes columnas fundamentales (q194):

  • Sostenibilidad económica que genera prosperidad en diferentes niveles de la sociedad y aplica una efectividad de costos en todas sus actividades económicas. En este respecto una visión a largo plazo es de importancia vital.

  • Sostenibilidad social, lo que incluye el respeto a los derechos humanos e iguales oportunidades para todos. Entre otros puntos se enfatiza el papel de las comunidades locales, manteniendo y reforzando sus sistemas de vida, reconociendo y respetando a culturas diferentes y evitando cualquier forma de explotación.

  • Sostenibilidad ambiental que conserva y maneja los recursos, especificamente aquellos que no son renovables o son de gran valor para los sistemas de vida. Se requiere acciones para minimizar la contaminación del aire, la tierra y el agua y para conservar la diversidad biológica y el patrimonio natural.

Es importante apreciar que las tres columnas son interdependientes y pueden reforzarse mutuamente tanto como ser competitivas entre ellas. Implementar un desarrollo sostenible significa buscar un equilibrio entre las tres columnas (q194).

Sin embargo se escuchó alguna crítica. Dentro del marco de las ciencias económicas se sugieró que los conceptos del desarrollo sostenible surgieron en un esfuerzo de reconciliar posiciones contrarias alrededor del medio ambiente y su relación con lo económico (q179). A diferencia de los siglos diezynueve y el principio del siglo veinte, se considera ahora el ambiente como una problemática a nivel mundial que requiere tanto una respuesta internacional urgente como un análisis global.

Durante los años noventa una serie de propuestas fue presentada alrededor de asuntos directamente relacionados con un desarrollo sostenible. El turismo como mecanismo para mitigar la pobreza fué una de estas propuestas (vea por ejemplo q183), mientras una publicación de John Elkington en 1998 recibió mucha atención: en su libro (q218) introdujo el concepto de la línea de fondo triple (“triple bottom line”): ecología – economía – social, con énfasis en el desarrollo humano sostenible. Ahora existe un reconocimiento amplio que la conservación ambiental es por último una construcción social y impulsado culturalmente y se debe reconocer especialmente los valores culturales, mas específicamente de los pueblos indígena y además reconocer los principios amplios de la justicia ambiental (q179). En la práctica significa que para asegurar que las áreas naturales se preservan, se debe permitir – paradojicamente – que la gente visiten ambientes naturales sensitivos, para que los legisladores sean persuadidos de imponer o mantener un estatus de área pŕotegida.

La Declaración de Johannesburgo sobre el Desarrollo Sostenible (2002) arrojó algunas nuevas luces sobre este asunto y en 2003 se inició el Proceso de Marrakech, un marco decenal de programas en apoyo de las iniciativas regionales y nacionales encaminadas a acelerar el paso hacia el Consumo y Producción Sostenibles (CPS). Varios grupos de trabajo (‘Task Force’) fueron formados con este fin.

No fue hasta setiembre del año 2015 que las Naciones Unidas lanzaron una iniciativa nueva que se llamó simplemente las Metas de Desarrollo Sostenible (SDG en sus siglas en inglés)(q193), y aún más recién el acuerdo de Paris sobre el cambio climatológico (COP21) impuso una llamada urgente para todos los países a involucrarse. Los acuerdos de COP21 indican claramente (q193) que todos los informes sobre el cambio climatológico, el calentamiento global y la pérdida de la biodiversidad se están presentando efectivamente (vea por ejemplo q192, q188, q190, q193) y que un desarrollo sostenible fuerte es de importancia vital, aún no es el único camino. Además, los partidarios de los acuerdos de Paris COP21 explican que las inversiones del sector privado ya se han activado y muestran varias ciudades y otros actores locales que tomaron las preparativas hacia los acuerdos de Paris como un señal para construir un futuro de bajo carbono y de alta resistencia.

Turismo y Sostenibilidad

El turismo no tuvo ningún papel importante en estas 3 fases del desarrollo sostenible mencionados anteriormente. Al principio del siglo veinte comenzó claramente a desarrollarse el turismo, pero en el campo de la protección de la naturaleza esto no tuvo mucha importancia. Durante los años 70 el turismo no se vió afectado por el debate ambientalista y fué visto como una ocupación saludable – la industria verde. A pesar que originalmente se había mencionado escasamente el turismo en los informes del Club de Roma y de Bruntland, durante los años noventa ya quedó claro que el turismo se había convertido en una fuerza económica mayor y que combina efectos beneficiosos y dañinos simultaneamente.

Es a finales de los años 90 cuando el turismo se implicó en la discusión sobre el desarrollo sostenible y especialmente en el debate acerca de la biodiversidad el turismo fué puesto en la línea de fuego. En el año 2001 se formularon leyes para La Diversidad Biológica y El Turismo Sostenible (Convención sobre Diversidad Biológica 2001). Las Naciones Unidas declararon el año 2002 como el año de Eco-Turismo. Además tiene que anotar que los conceptos del desarrollo turístico sostenible desde algún tiempo estaban jugando un papel de importancia en niveles más “bajos”, en otras palabras, muchas acciones de grupos locales, asociaciones ambientales y ONG han tenido un importante aporte en los últimos 15 o 20 años (la conocida organización The International Ecotourism Society se fundó en 1990), mientras que justamente a nivel internacional la discusión sobre la sostenibilidad parecía que fastidiara. La débil capacidad del Estado para garantizar la integridad completa de los ecosistemas protegidos, aunado a la necesidad de generar alternativas productivas en las áreas de amortiguamiento, hacen que la opción de un turismo sostenible gestionado por las propias poblaciones vecinas se convierta en una posible solución al eterno conflicto entre conservación y desarrollo.

Se consideró y todavia se considera el turismo como un mecanismo por un lado para conservar el medio ambiente y por el otro para proporcionar un desarrollo económico y generación de empleo (q193). Las metas de desarrollo sostenible recién adoptadas por las Naciones Unidas dicen en las metas 8.9 y 12.8b “……un turismo sostenible que crea trabajo y promueve la cultura y productos locales.” (q193). Sin embargo, se mencionó el concepto de turismo en solamente tres de sus 17 metas: en meta 8 sobre el crecimiento económico, meta 12 sobre el consumo sostenible y meta 14 sobre la conservación y uso sostenible de los oceanos. Por otro lado la idea que el turismo internacional puede aliviar la pobreza, pero al mismo tiempo el turismo tiene que reducir su contribución al cambio climatológico, se ha criticado fuertemente (q185, q186, q190).

Por el momento el papel de los mismos turistas se ha mencionado esporadicamente en la litaratura sobre el desarrollo turístico sostenible y este papel se ha restringido a describir a los turistas como clientes dentro de un ámbito económico. Los impactos negativos conciernen el medio ambiente directamente (la pérdida de biodiversidad, la deforestación, los desechos, etc.), agua (su calidad y cantidad), el aire o la cultura – todos actores que afectan no solamente las áreas urbanas, sino también las comunidades rurales (q184).

Debe quedar claro que los principios de la sostenibilidad pueden ser manejados más efectivamente a niveles locales de pequeña escala, mientras la problemática global como en el caso del cambio climatológico ocupan una atención internacional a los más altos niveles. Para conservar la tierra a nivel local se requiere, entre otros, un elemento educacional fuerte para concientizar a la gente de la dura realidad y al mismo tiempo dar a la población local las herramientas para crear una solidaridad mucho más amplia entre las comunidades, países y continentes. El papel del desarrollo sostenible debe ser extendido, porque los cambios a niveles locales forman una parte inherente para lograr esta solidaridad tan necesaria.

El involucramiento directo de los turistas dentro de un desarrollo sostenible parece ser la única opción viable. El turismo y por lo tanto los turistas han cambiado su papel de ser actores locales originalmente hacia el rol de actores globales. Es de gran importancia canalizar los esfuerzos del turismo y al mismo tiempo converger lo local con el global para lograr no solamente las metas del desarrollo sostenible de las Naciones Unidas, sino también las metas del COP21 para refrenar el cambio climatológico.

En base a las consideraciones anteriores debe quedar claro que se necesita mucho más que buenas intenciones y una visión del desarrollo dirigida a las generaciones futuras. La razón por la cual nuestro planeta se ha afectado tanto tiene raices muy profundas, lo que se explicó en este artículo. Los principios del desarrollo sostenible significan una iniciativa importante, sin embargo no son la cura de la enfermedad. La problemática económica que nos ha llevado a una destrucción sistemática de la naturaleza, requiere unas soluciones mucho más serias que una simple visión al futuro por medio de un desarrollo sostenible. La actitud de la gente, de la cual la mayoría ha sido turista por lo menos una vez en su vida, hacia el concepto de la propiedad privada debe cambiar drasticamente, más que todo en el hemisferio norte. Entre tanto el ser humano siga viendo a la propiedad como un absoluto y en esto continúe basando su visión de la vida, será muy difícil realizar algún cambio. La visión de que el hombre se tiene de sí mismo tiene que cambiar y con eso su relación con sus alrededores y con el medio ambiente.

 

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